Historias de San Luis: Villa Cariño macabra
En varios relatos hemos referido la existencia de diferentes lugares que servían de refugio clandestino a parejas legales o ilegales para sus demostraciones de amor.
No se podía estar solos en la casa de él o de ella, no había dinero para hoteles o pensiones, por lo tanto, se salía en la búsqueda de alguna zona cercana a la ciudad que permitiera intimidad.
Así aparecieron las “Villa Cariño”, cuya naturaleza permitía esconder los vehículos en los que se trasladaban los enamorados, sin molestar a los otros que ya estaban.
Hubo muchos incidentes en estos improvisados escondites del amor, algunos de ellos macabros.
Como el que recuerda el amigo Gómez (ex policía), sucedido hace muchos años.
Fue en la zona Oeste. Un crimen macabro.
Cuenta que a Barroso le gustaba mucho una vecina, pero ella no respondía a sus propuestas de amor.
“O mía o de nadie”, habrá pensado Barroso.
Fue así que subió a su bicicleta para seguir la camioneta roja donde iban el novio y su amada.
Barroso encontró el rodado en la “Villa Cariño” más famosa de San Luis, situada a la vera de la vieja ruta a Mendoza.
Desenfundó su arma, abrió una puerta del vehículo, y mató de un balazo al hombre que estaba con el amor de su vida.
Ella huyó corriendo desnuda por los matorrales, pero Barroso le acertó varios balazos.
Y mientras la mujer agonizaba, el asesino la violó, según comprobaron los peritos policiales.
Ella también murió, a pesar que recibió atenciones de urgencia.
El suceso conmocionó a San Luis, y durante mucho tiempo muy pocas parejas se animaron a volver a ese lugar.
Barroso fue capturado casi inmediatamente mientras regresaba a la ciudad con la bicicleta a la rastra, ya que había pinchado una rueda.
Sus ropas estaban con manchas que no dejaban dudas que era el responsable de lo que había sucedido.
El asesino fue condenado a prisión perpetua, pero un día apareció muerto en una de las celdas de la Penitenciaria Provincial.
Dicen que no fue muerte natural.